28.12.11

Sometimes I feel like I will never be able to forgive you.

La melena enmarañada. Sabor a sueño amargo en el paladar. Los párpados hinchados, húmedos. Se oyen pasos desde la cocina, hasta el dormitorio... Un cuerpo pesado se apoya en el marco de la puerta. La madera cruje. Es un agradable despertar para tratarse de un miércoles cualquiera. Huele a café.

Se marchó, sin olvidar el sobre en su mesita de noche, su abrigo tras su puerta y un beso de despedida en el tercer escalón. Tampoco olvidó dejar su recuerdo en aquella sonrisa cortada, ojos apretados -incluso más duros que sus lágrimas- y cabello revuelto.
Se marchó, sin pesar en sus palabras ni jardín florido bajo sus pies. Observaba cómo un ser tan pequeño era capaz de engullir, poco a poco y con envidiable delicadeza, semejante trozo de lechuga. Quizá se sintiera sucia, las sábanas en el suelo y los platos de la cena de ayer por fregar. Quizá quería desprenderse de su piel. Claro, quizá.
Ni una triste foto, no había rastro alguno de su vida por allí. Se llevó un vaso -restos de vino seco- a los labios. Ese vaso estuvo una vez pletórico de dulzura y promesas, y lo besó el suave cristal. Le besó por última vez en su vida.
El caracol terminó su hoja de lechuga. Engulló sus sueños. Acabó con su jardín. Pero gracias, tras aquello sería pasto de las llamas.