19.6.13

No olvides echar la llave.

Lo que resbala por mis mejillas es impotencia. Y lo que te ha partido la nariz es tu arrogancia.
Este calendario tiene unos días más largos que otros. Este calendario miente como un perro traidor.

8.6.13

Porque soy toda una señorita.

La voz que me da las buenas noches.
La luz que entra por mi ventana.
La sombra que me sigue por las plazas de Granada.
La exaltación que sonroja mis mejillas.
La sonrisa que no me abandona.
La frase que me recoge del abismo.
La ingenuidad que me tiene jugando con las puntas de mis cabellos, todo el día.
La miel que cubre mi piel.
La pregunta que se me responde con exclamaciones.
La dentellada que me abre más caminos que un pasaporte.
La letra que entró a mi cuerpo sin sangre.
La esencia que impregna mi ropa.
La cadencia que deja el rastro de mis palabras.
La abulia que finalmente se ha apartado de mí.


5.6.13

Mi junio de primavera.

Es la forma que tienen las hojas de los árboles de mecerse por el viento lo que me recuerda a las voces sin dueño. Curioso, que da vueltas en torno a lo que te queda por hacer, tratar recuerdos, cuando sólo ha pasado una primera vez por mi corazón. Así que espero una segunda, para así poder recordar.
¿Lo ves? Recuerdo, recordar. Recordar: volver a pasar por el corazón. No rementar, ni remendar. ¿Podrías cambiar la refulgencia con la que sonríe el sol? El remiendo llega después de la mentira -y, si tengo que recorrer de nuevo aquel camino, admitiré que había demasiadas mentiras para tan pocos remiendos-. El remiendo necesita que desfloren su inocencia -lo que quiero decir exactamente es que fui una terrible mentirosa-. El remiendo no se puede reflejar en el espejo en el que me miro ahora -una vez más, decidle que desgraciadamente la casa en las montañas fue pasto de las llamas, sí, pero porque quise encender una cerilla. Decidle que fui una terrible mentirosa-. El remiendo como cara opuesta del recuerdo.
El recuerdo y su impaciencia, o cómo se ansía la primera visión estival de la playa. Ésa es aproximadamente mi tabula rasa. Son recuerdos que quiero tener. Cosas que todavía no me puedo volver a pasar por el corazón. Por suerte tengo tiempo, mi aliado ahora; el tiempo me dejará volar hasta el punto al que volví dentro de un mes. Y después diré, feliz, que tengo recuerdos, después sabré que te podré volver a pasar por mi corazón, y que lo haré sin buscar un remiendo después. Después. Després. Después haré versos con la mirada y me grabaré en el lagrimal ese beso que me vas a dar bajo la Alhambra. El mismo beso que no me diste cuando aún me hacías temblar con una canción (y eso, eso sí lo podemos recordar, eso es exactamente lo que recordamos, eso es lo que constantemente nos pasa por el corazón dando ritmo a esta melodía tan tonta. Ése es el motivo por el que ahora me paso el día cantando).
Sencillo, puro y sin doblez. Así es mi junio de primavera. Mi junio de primavera, que no me lo puedo volver a pasar por el corazón, todavía.