22.2.13

Extenuatio.

Y si lo pensamos, tendríamos que hablar acerca de las iniciativas más oscuras que alimentan el alma de uno. Deberíamos merodear por los límites de cuánto puede uno enamorarse del dañar. Por el oscuro placer que encuentra en destruirme, uno.
Resta un silencio que se ha debilitado. Las leyes no están más tiempo por debajo en este mundo disléxico. El cristal se vuelve líquido mientras lo azota la lluvia. Y la sintaxis se desordena porque se ha cansado de estar sentada en el puente, con los pies colgando, esperando que el mar la alcance, y la moje.

8.2.13

Que cante su cólera funesta.

Ojalá no me hubiese equivocado nunca, ojalá me equivoque ahora. Tendrás que arrancarme la piel para sacar de mí el último suspiro de debilidad.
Una radio, tras apagarse, sigue murmurando. Pero su ser es tedioso. Se deja llevar por las olas del mar y, cuando muere, se hunde. Puedes seguir escuchando ese murmullo si te sumerges con él. Y te arrastrará y te hundirá, porque cuando muere, se hunde.
Y si no muere, debe volar.
Y si no quiere, no tiene que vivir.