23.2.10

De qué flor te fuiste a caer...

En el mismo momento en el que el café se derramaba por la mesa, un plato se resbaló de sus manos y fue a parar al suelo. Las desgracias, se dijo, nunca vienen solas. Y sonó el timbre, pero esta vez decidió no abrir la puerta. Ya tenía suficiente con limpiar todo el desastre de dentro, no dejaría entrar al caos por su puerta. Se quedó un largo rato esperando. Dudaba. En el fondo, sabía que no lo haría. Y finalmente, no lo hizo.
Fuera llovía, y daba la sensación de que dentro, también. Pero no había agua. No había nada mojado. Eran, únicamente, sus ganas secas de llorar. Sonó el reloj, y se aseguró de que no lo volviera a hacer, porque ya se oían demasiados ruidos. Paró la radio. La habría lanzado por la ventana, de buena gana, pero no se atrevía. Tuvo bastante con deshacerse así de sus recuerdos. Habría quemado también sus libros, para dejar de aprender, pero se limitó a limpiar el café y retirar del suelo los restos mortales del plato. Y, por si acaso la luna le jugaba una mala pasada, bajó las persianas y corrió las cortinas. No podría entrar nunca.
Se dejó caer pesadamente en un sofá. Olía a café. Todo olía a café. No sabe si durmió, porque el mundo se volvió una mezcla tediosa de recuerdos ajenos. Quizá no quedaba nadie más en la casa, o quizá sí.
Salió el sol. Le dió de lleno en la cara. Sabía que no dormía. Estaba en su cama. Se levantó. Sonó el timbre. Abrió la puerta. Cogió la chaqueta. Se fue. Pero lo pensó mejor y volvió a subir las escaleras: aquel día, no. Probablemente, ninguno otro.
"Si todavía no sabes de qué hablo, olvida todo esto. Realmente, no tiene importancia."

5 comentarios:

Anónimo dijo...

No conocía su faceta de escritora mi querida Luna... un placer leerla y saber, ahora, que no es una niña de 18 común y corriente.

Nymphette dijo...

Querido Anónimo, el placer para mí es saber que le resultó agradable leerme y verme como una chica especial.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Julio hecha de menos a agosto, pero le duele que el violinista toque ahora el cello, parece que no comprende la canción, mientras parezca haber tres sombras, o las haya, no podrán haber dos

Anónimo dijo...

Ser que impone su rayo en la vida - eres, me miras como una compañera de lucha,
y yo quiero que seas mi compañera

Anónimo dijo...

Ser que impone su rayo en la vida - eres, me miras como una compañera de lucha,
y yo quiero que seas mi compañera