19.4.10

El vampiro de Düsseldorf.

- Dígame, después de que mi cabeza se haya desprendido de mi cuerpo, ¿podré oír, por lo menos por un momento, el sonido de mi propia sangre cuando brote de mi cuello? -el silencio consumió su existencia antes de ser partida por la guillotina, y con la conciencia en las manos, añadió- Sería el mayor placer para terminar todos mis placeres.
El patíbulo, la cumbre de la obra maestra, quedaba demasiado cerca.

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