8.2.13

Que cante su cólera funesta.

Ojalá no me hubiese equivocado nunca, ojalá me equivoque ahora. Tendrás que arrancarme la piel para sacar de mí el último suspiro de debilidad.
Una radio, tras apagarse, sigue murmurando. Pero su ser es tedioso. Se deja llevar por las olas del mar y, cuando muere, se hunde. Puedes seguir escuchando ese murmullo si te sumerges con él. Y te arrastrará y te hundirá, porque cuando muere, se hunde.
Y si no muere, debe volar.
Y si no quiere, no tiene que vivir.

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