28.4.15

Sillas y horas.

Dicen las piedras que las sombras reptan como los grajos cuando aprenden a volar.
Se queja el niño que no puede jugar otro rato más.
Los libros suspiran en la oscuridad de cajas viejas, precintadas, polvorientas, muertas de risa.
Toallas coloridas se enmohecen.
Risas compungidas enmudecen.
Dicen las piedras que las sombras ya no charlan entre ellas. Que se han cansado, dicen. Hablan de banderas blancas y de policías jubilados.
Un reloj se acaba de descolgar de una pared.

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