26.1.11

Llamémoslo disgusto airado.

Tengo hambre. El frío me recorre las entrañas. Estoy sedienta, de calor. Me faltó valor para...
Dame tres minutos. Al cuarto, vacilarás y marcharás. La vergüenza se esconde tras las puertas de casa. Se tiñe de persiana si baja el rubor de tus mejillas. Me das hambre, y me quitas las ganas de cocinar. Maravillosas las intenciones de aquel que soñaba con el patíbulo del placer.
Mientras me arranco la piel, ya sé que no soy nada sin un diccionario. Pero esto no durará mucho más, porque tengo hambre.

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